viernes, 1 de abril de 2011

Porsche en América

Porsche en América: 60 años de idilio.

El furor con el que los conductores de ese país acogieron al 356 cimentó el éxito de este fabricante hasta tal punto que, a los cinco años de su llegada, la mitad de la producción de Porsche se vendía allí .
(Ferry Porsche e hijo en un viaje a Nueva York en 1958)
Aunque fue fundada varias décadas atrás, podría decirse que el camino de Porsche se inició en 1950, cuando estuvo lista la planta para poder construir en serie el 356. Una de las unidades que habían salido en años anteriores del taller austríaco de Gmünd, realizadas a mano con una ligera carrocería de aluminio, había caído en las manos del periodista de origen  suizo Max Troesch.
Cuando Porsche acudió al Salón de París con las primeras unidades, Troesch movió hilos para propiciar un encuentro entre Ferdinand Porsche y Maximilian E. Hoffman. Ambos austríacos, sellaron el acuerdo por el que, desde noviembre de 1950, Porsche comenzaría a exportar coches a Estados Unidos.
(Un joven Ferry Porsche visita su fábrica en América)
Hoffman era un importador especializado en marcas europeas. A pesar de que el 356 se vendería al mismo precio que un Cadillac, sabía que el mercado norteamericano adoraba los coches divertidos de conducir. Ferdinand Porsche le dijo: “Espero que puedas encontrarme cinco compradores al año”; Hoffman le respondió: “Si sólo vendo cinco coches al año, entonces no me interesa”.
En otoño de 1950, Hoffman recibió las dos primeras unidades del Porsche 356, que colocó en su concesionario del número 430 de Park Avenue, en la zona más lujosa de Nueva York.
 
(El concesionario de Max Hoffman en el 440 de Park Avenue)
Conocedor de lo más granado de la sociedad norteamericana, le entregó el coche de carreras a Briggs Cunningham, un popular gentleman de la época que competía con coches y embarcaciones que llegó a ser portada de la revista Time en 1954.
La primera victoria en Le Mans en 1950, así como la serie de récords mundiales de velocidad obtenidos en Monthléry, tuvieron una gran repercusión. En 1951, Hoffman importó 32 unidades del 356 a los EE.UU. Para el año 1954 ya estaba vendiendo 11 a la semana, el 30% de la producción mundial de Porsche.
(Un Porsche enviado a Norteamérica en 1953 en el puerto de Nueva York)
Otro inmigrante austríaco, Johnny von Neumann, entra en juego en esta historia en 1951. Durante unas vacaciones en Nueva York, visita a su amigo Maximilian, a quien conocía desde antes de la Guerra. No esperó más y se volvió a California conduciendo un 1.5 de 70 CV a través de todo el país.
En pocos años, la costa Oeste se había convertido en uno de los principales mercados para Porsche. Además, el concesionario de Von Neuman era frecuentado por numerosas estrellas de Hollywood que contribuyeron a incrementar la popularidad de la marca en la sociedad.
James Dean compró en ese establecimiento su primer Porsche, un 356 Speedster con el que consiguió vencer en una carrera amateur. También el 550 Spyder en el que tuvo el accidente que le costó la vida, en 1955. Para ese año, la mitad de la producción de Porsche se vende en EE.UU. y comienzan los problemas de Hoffman para dar el servicio postventa.
(Max Hoffman en un Glöker Speedster. Es el creador de los Speedster y los 550, entre otros)
Hoffman se mostraba creativo en sus propuestas. Fue cosa de él la producción del América Roadster, fabricado por el carrocero Glasser. En 1954, propuso a Ferry Porsche que sería buena idea que sus coches pudieran lucir algún anagrama sobre el capó y le hizo un boceto. Ese mismo año, todos los Porsche comenzaron a emplear el logo que siguen llevando, con el corcel negro y el escudo del estado federado alemán de Württemberg.
(Un Porsche América Roadster esperando comprador en California)
Ese año Porsche presenta en el Salón de Nueva York la evolución del 356 y un descapotable que habría de terminar siendo un auténtico símbolo de la marca en el país, el Speedster. Por 3.000 dólares ofrecía unas prestaciones más que atractivas en comparación con coches más grandes. Además, en las 12 Horas de Sebring de 1954, dos unidades del 550 A Spyder lograron colocarse en primera y segunda posición.
En 1955, cuatro años después de su llegada a América, ambas costas de EE.UU. representaban más de la mitad del mercado mundial para Porsche. En 1959 Hoffman traspasó la representación de la marca en ese país a Porsche of America Corporation (POAC). Sin embargo, Max siguió desempeñando un papel crucial, donde permaneció como responsable técnico, comercial y de marketing para su región.
Para celebrar el sesenta aniversario de la marca en Norteamérica -a Canadá llegó en 1952-, además de una exposición de imágenes y modelos significativos de la época en el Museo de Porsche en Stuttgart, también se están desarrollando diversos eventos en EE.UU. La filial de buscó las unidades más antiguas de cada modelo: el 356, el 912, el 914... En la web creada a tal efecto se inscribieron dos unidades del 356 Cabriolet de 1952.
(Este modelo es el segundo 356 Cabrio matriculado en América)
Sus afortunados propietarios, Robert Nilson, de Oklahoma y Richard Brumme, de Indianápolis, fueron invitados por la marca al Salón de Los Ángeles. Un dato: el primero se encontró su Porsche 356 en el patio de atrás de la primera casa que se compró al llegar a EE.UU. Desde luego, los hay con suerte.
 

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