Estaba leyendo la noticia de los coches de Steve Jobs en AUTOBILD.es cuando me he acordado de algo que leí hace tiempo por Internet. Una de esas historias que, de no ser ciertas, sí que me gustaría que lo fueran. Más que nada porque, como fanático 'porschista', me gusta. Ahora sabrás por qué...
Era un blog de un tipo americano que había trabajado en el desarrollo del ordenador personal de Apple que iba a salir a mediados de los 80. Steve Jobs, que visto lo visto era un maniático del diseño, no veía claro que los mazacotes que poblaban los escritorios por aquella época (un par de años antes de 1980) fueran la ‘cosa molona’ que él tenía en la cabeza.
El ingeniero en cuestión contaba que estaba en una discusión sobre cómo tenía que ser su diseño. Teclado separado de la CPU, monitor sobre el disco duro y no al lado... Vamos, lo que vienen a ser los iMac de hoy en día, pero con el estilo de hace 30 años.
Jobs decía que tenía que ser algo con una forma clásica y reconocible, algo así como un Volkswagen Escarabajo. Otro decía que no, que fuera fascinante como un deportivo. “Ferrari”, decía uno de los colaboradores. Los deportivos italianos no le gustaban a Jobs (supongo que viviría un episodio de enajenación mental temporal). Para él, el paradigma era el Porsche 928, el coche que tenía por aquél entonces. Como lo oyes: el modelo más criticado de la marca por aquellos tiempos es el supuesto inspirador de los ordenadores de sobremesa más chulos de hoy en día.
Parece que la manzana de Steve Jobs, el hombre que odiaba a los botones, me ha influido tremendamente: una manzana era el logo de la productora de uno mis grupos preferidos, The Beatles. Una manzana es el logo de mis ordenadores favoritos. Y uno de mis coches de cabecera, el Porsche 928, influyó en una manzana. Bien pensado, si yo fuera una marioneta, Ferdinand Porsche y Steve Jobs parece que moverían mis hilos...
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